domingo, febrero 19, 2006
"SI,CLARO:PENSAMOS EN SEPARARNOS"
ENTREVISTA A ANDRES CIRO MARTINEZ (Clarin Espectaculos-18/2/06)
El cantante de la banda, que será telonera de los shows de los Rolling Stones en River, habla de la importancia de Mick Jagger en su vida. Cuenta el presente de Los Piojos y de los conflictos que existieron.
Como una versión local y rockera de Deconstructing Harry —Los secretos de Harry— de Woody Allen, en la deconstrucción de Andrés Ciro Martínez participan personajes más o menos reconocibles. Algunos, como interlocutores esporádicos, que van apareciendo sucesivamente desde nuestra llegada a la quinta "piojosa" de zona oeste. Primero, unos perros labradores y adictos a la pileta. Después, el jefe de prensa ("no va a ser una nota de chimentos...¿no?") y equipo de históricos del grupo. Más tarde, el sonidista Oski, la figura gigante y retocada de la tapa de Verde paisaje al infierno. También, los otros integrantes de Los Piojos. Y él mismo, cantante y líder, como protagonista.Así la tarde, imposible de sol. Justo antes de todos ellos se pongan a ensayar para su nuevo River, esta vez como teloneros de los Rolling Stones, el martes y el jueves. "Tenemos una hora. Vamos a hacer temas conocidos y alguno nuevo para que sea un show potente y arriba, y para dejarles el clima calentito a los Stones", dice Andrés. Porque, si hay una constante en las notas que le hicieron en los últimos diez años, es la presencia stone, sobre todo de Mick Jagger: como ídolo y principal influencia musical y escénica "Es una banda que, para nosotros y para mí particularmente, funciona como el cierre de un ciclo", cuenta. Y vienen los flashbacks."Comencé a escuchar a los Rolling Stones a los 15 años. Fue durante unas vacaciones de invierno con mi amigo Avo Laferd, el kinesiólogo de la banda", dice y acota. "A cierta edad uno ya empieza a necesitar kinesiólogo, sobre todo, después de mis operaciones de rodilla: generalmente lo llevamos a Avo las giras. ".Retoma: "Fuimos a un departamento de la familia de Avo en Mar del Plata. Hoy lo recordaba y les contaba a mis hijas que siempre íbamos a un restaurante tenedor libre. Comíamos una sola vez al día. No teníamos un peso. El llevó el casete de Rescate emotivo, y ellos ponían otras cosas, bandas nacionales incluso. Yo quería poner Rescate emotivo y también uno de John Lennon solista. El swing y ese destiempo que tienen los Rolling Stones, que hace parecer que todo está desprolijo y se va a caer en cualquier momento fue una de las cosas que más me impactó. También el sonido de la voz de Jagger, el sonido de guitarras...Entrás en una energía que tiene que ver con lo sexual". A Andrés se le dispara otro recuerdo sobre el tema: "En quinto año hice de Mick Jagger en la fiesta de la primavera. Los pibes se cagaban de risa". Porque ése fue su segundo aplauso público (sí, contabilizados): "Había recibido dos aplausos en mi vida, el primero haciendo de John Travolta en sexto grado". Dice que cuando estudió teatro en un lugar llamado El Baldío, en Ciudad Jardín, le tomó el gusto a "esa cosa de los aplausos". Pero se metió y largó : "Me pareció mucho más directo y caliente cantar y decir lo que yo quería decir".Mientras habla, no existe lo estático: se zambulle, entra y sale de la pileta, se sienta en el borde. La tarde sigue azotando con el clima. Y el mejor lugar para la entrevista es ahí, en la pileta ("mis compañeros van a decir que es porque sos mujer, ja"). A pasos de la casa y a más pasos de la sala de ensayo, el resto de la banda se hamaca y se sienta en los jueguitos de madera, a un costado.Los perros, ahora, no se animan al chapuzón. El manager Pocho, sí. Y la deconstrucción persiste: ¿lo evidente estaba lejos de serlo? Los datos y las paradojas aportan distintas visiones. Porque el exitoso al que se le da todo lo que quiere ("¡qué despectivo suena eso!", se ríe), también muestra otras caras. Como en sus letras: luz de nacimiento sea tu dolor (Dientes de Cordero); o en la que dedicó a los chicos de Irak (Dónde estabas, sobre qué sillón, ajustando infalible tu certero disparo al mundo). O en el que hizo para sus hijas: Nunca nadie me dio tanta luz, para nadie fui tan importante (¿declaración de principios?). "Las letras tienen que tener una relación íntima con la música y con lo que se quiere decir, con la manera de expresarlas. A mí me encanta, por ejemplo, cómo escribía Pappo y también cosas de Pity Alvarez, que son muy ocurrentes y muy frescas", dirá. Y hablará del azar: "La suerte es muy relativa". Aunque su fortuna haya cambiado de otras épocas a ésta. En datos tangibles, como el dinero. O las chicas: "Eran épocas en que iba a bailar y era muy difícil ganar", verbalizará en el clásico rocker: la reivindicación del loser. "Me daba cuenta, también, cómo la historia pasaba por la ropa: yo nunca tenía lo que estaba de moda. Cuando llegaba a la campera, ya no estaba de moda. Esas son cosas que, creo, de manera material, te impulsan a querer ser alguien. Después también influyen ciertas cosas de la infancia no muy fáciles o placenteras que me provocaron el deseo de desquitarme."
¿Por ejemplo?
Tenía mala relación con mi viejo. Con mi vieja también porque ella era muy joven y para mí eso era conflictivo. Tenía el Edipo. Mi vieja me tuvo a los 18 años. Yo iba a la primaria y ella tenía 25 años. Todas las demás mamás eran señoras. Con mi viejo, poco diálogo. El, a su vez, había tenido una infancia muy difícil.
Andrés Ciro Martínez dedicó en varias oportunidades un tema hermoso a su papá: Muy despacito. Ahora, no da más que estos detalles. Es de día, claramente. Y quizás sólo la noche, como escribió Alejandra Pizarnik, "ha de conocer la miseria/ que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas". Aunque sí se acuerda de algo que le saltó por una reciente consulta astrológica: "Vivimos en Villa del Parque hasta que tuve 10 años y después nos mudamos a El Palomar. Eso me marcó, creo: de un día para el otro, dejé de ver a todos mis amigos", cuenta. Pero, a pesar de la mirada retrospectiva, recalca la importancia del presente: "Hay que pensar en el hoy, pensar que el tiempo es ahora, que cada uno como individuo no tiene que dejar las cosas para más adelante. Como hago yo, que nunca empiezo a estudiar guitarra porque digo que ya estoy viejo pero me repito una y otra vez: Voy a ir. Y, de eso, hablará a grandes rasgos el nuevo disco, del tiempo."
¿Pensás que las cosas pueden cambiar?
Yo creo que sí. Y es necesario creerlo porque, si no, entrás en el egoísmo menemista, que lo único que puede hacer es acelerar la descomposición. Además, de manera individual, porque creo que lamentablemente, a partir de Cromañón la actitud de los pibes es distinta. Hay una energía distinta. Particularmente los shows de Los Piojos siempre fueron tranquilos. De ahí salió la idea un día de saludar a "la gran familia piojosa".
Pero había bengalas.
Sí, pero no había el nivel de violencia que a veces se veía en otros lugares. Era una cosa relajada. Creo que, después de esto, también hay una mayor conciencia de cuidarse.
En en tiempo que no tocaron, ¿se te ocurrió trabajar solista?
Sí, me apareció la idea y me creció una especie de tentación. En realidad, la sensación es otra. Más que de desarrollar una carrera solista lo que me parece más interesante es relacionarme con otra gente distinta. Esa experiencia de compartir la música con otra gente. Un poco lo vivencié en todo este tiempo tocando como invitado. Pero es muy efímero. Eso me estimuló a pensar: "Estaría bueno juntarme con éste y con aquél y hacer algo".
¿Con quién?
Por ejemplo, estuve invitado con Los Ratones Paranoicos y me gustó cómo está tocando la guitarra Juanse. También me gusta mucho cómo tocaba Bolsa, el batero de Pappo.
¿Pensaron en separarse?
Sí, claro, pensamos en separarnos. Pero nadie dijo "No te banco más, separémonos". Lo que salió en algunos medios no fue así. Dijimos "Tomémonos un tiempo", como se le dice una pareja. Generalmente, no se vuelve. En este caso, volvimos.
Pronto, se romperá un estereotipo rockero: servirán la leche chocolatada con muchas facturas ("¿Vos decís que tengo que tener la figura de Mick para el show de River?"). Y Andrés se acordará de sus primeros pasos del anonimato a la celebridad (como cuando se metió en el Túnel del Terror y uno de los monstruos que asustaba a la gente paró todo para saludarlo). Y vendrán las fotos: pose con y sin remeras, serio, neutro, y también haciendo muecas. "¿Pegan? Es una charla seria", dice. Y cuando la entrevista termina, pide de nuevo el grabador: "El concepto del que te hablaba es pensar el hoy y vivirlo. Pero en absoluta comunión con lo que es el futuro". Y en un papel mojado se cierra la deconstrucción: escribe toda la letra del nuevo tema. Hoy es hoy.
Los Piojos y una popularidad impactante
Hace diez años, el suplemento Sí publicaba una entrevista a Andrés Ciro: "Alguna vez me encantaría poder tirarme de un paracaídas o manejar un planeador. Me gusta vivir esas plenitudes totales en la totalidad de mis facultades", decía. En ese momento se había editado el segundo disco de Los Piojos, Ay ay ay. Y podía intuirse algo de la trascendencia que iba a tener la banda en el futuro. Pero no toda: El tercer disco, Tercer Arco, desataría un irreversible y masivo éxito piojoso. En el que, quizás, no hubo planeadores pero sí otras plenitudes totales: llenar, por ejemplo, un River (80 mil personas), dos Vélez (90 mil), dos Boca (75 mil), el Estadio Unico de La Plata (40 mil). Y así. Pero, en realidad, la historia se remonta al año 88, cuando un grupo de amigos de Caseros, El Palomar y Villa Bosch empieza a tocar en pequeños lugares con algunos repertorios que incluyen covers de los Rolling Stones. El debut oficial es en el año 92, con la edición de Chactuchac. Actualmente, la banda está integrada por Andrés + Gustavo Kupinski, Piti Fernández, Mickie Rodríquez y Sebastián Cardero. En lo musical, los discos viraron un par de veces: de la onda más stone-barrial a la impronta rioplatense y vuelta. Aunque, siempre, con mezclas: rock, claro, y tango y candombe. Todo con una poesía directa, algunas letras intimistas (de Ando ganas y Muy despacito a Canción de cuna) y otras comprometidas en lo social o político (San Jauretche, Globalización, Langostas). Y la sucesión de discos posteriores: Azul, Verde paisaje al infierno, Máquina de Sangre. Todos con un distintivo: cada uno de un solo y distinto color. Con la certeza irrefutable de las ventas totales: 1.250.000 copias (con un pico de 320 mil copias sólo de Tercer Arco). Quedan así ubicados entre los grupos de rock más populares de la Argentina.
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